LA MISA DOMINICAL
Josef A. Fungmann.
Dentro del tema a desarrollar en este escrito, podremos encontrar la importancia y la necesidad de la celebración eucarística como el signo donde se nos manifiesta el mismo Dios, el corazón mismo de las acciones litúrgicas; es la misa la que congrega, reúne y convoca a toda la comunidad en torno al altar, no solamente en la semana sino en todos los domingos, los días en que mas especial es la liturgia, ya por su contenido bíblico, sacramental, festivo etc. Que nos brinda un espacio de comunión y unión con el mismo y único Jesucristo.
Hay muchos quienes acuden a las celebraciones eucarísticas y mas los domingos por tradición más que por fe, sin comprender que es en la misma eucaristía en donde se comprende el misterio del cuerpo y la sangre de Cristo, lo cual nos debe llevar a cuestionarnos si verdaderamente reconocemos en las celebraciones eucarísticas el sacrificio de Cristo, el regalo que él nos dio antes de su muerte, por medio del cual nos configuramos cada día más con él.
Con lo anterior podemos decir como el autor, que no solo es necesario oír misa con devoción para llegar a casa ya bendecidos, esto es verdadero, pero es incompleto, ya que la eucaristía no es un simple acto de escucha y oración, sino que es reconocer en ella la manifestación del mismo Cristo a través del misterio sacrificial de la eucaristía.
A través de los tiempos desde el siglo XVI, se le ha dado distinta importancia y significación a la Iglesia en torno a las celebraciones litúrgicas (misa), destacándola en primer lugar como mysterium fidei. La misa y la eucaristía como ese misterio de fe, en el cual solo creemos por la fe y no por las simples obras; mas adelante en la edad media se desarrolla la teoría que la misa solo se puede celebrar en los tres idiomas santos en los que fue redactada la inscripción de la cruz, hebreo, griego y latín. La misa era precisamente algo que no pertenece a la tierra y que debe permanecer por encima de ella.
La concepción más delante del concilio Vaticano II nos dará a conocer cómo debemos describir correctamente los recintos de lo sagrado. Quiere llevarnos a todo como lo necesita nuestro tiempo. El más señalado fruto hasta ahora de los trabajos del concilio ha sido, prescindiendo de la misma constitución, que ha comenzado a brillar con nueva luz la imagen de la iglesia. La participación activa de los fieles, la iglesia que mantiene el cuto divino, que ofrece el sacrificio de la misa, es siempre la reunión de los fieles aquí y ahora. Concluyendo: la misa no es solamente el sacrificio de Cristo, que el sacerdote realiza y que los fieles solo tienen que presenciar para recibir su bendición. Es el sacrificio que la iglesia ofrece en conmemoración con Cristo.
La misa viene desde las primeras comunidades cristianas, donde se reunían los partidarios de Jesús para la conmemoración de su pasión, muerte y resurrección, esta conmemoración fue llegando hasta nosotros por medio de la tradición y la liturgia, pues en ella se va haciendo presente cada día el recuerdo y la acción de gracias a Cristo por su sacrificio en la cruz.
La eucaristía por tanto, es ante todo una conmemoración, un recuerdo del único sacrificio del cordero en la cruz, y es por eso que las oraciones que anteriormente eran e otros idiomas, ahora es actual y propio para cada pueblo, estando así en concordancia con este sacrificio, dando gracias por tan soberanos beneficios que tiene Cristo para con nosotros, beneficios que se verán reflejados en la misma eucaristía.
En si toda la misa debería ser una acción de gracias frente a Dios, pues nosotros los seres humanos debemos reconocernos como una nada frente a Dios, y esto lo observamos constantemente en las celebraciones, en especial las misas del domingo, donde reconocemos que somos seguidores de un Cristo que muerto resucito, y que muriendo al pecado renació a la gracia, esta victoria de Cristo sobre la muerte, debe convertirse en el hecho central de nuestra fe, y es por eso que el domingo las eucaristías tienen una celebración más solemne y consientes recordando este misterio que reafirma nuestra fe y permanencias en Cristo.
Antes eran muy importantes, y lo son aun, todos los actos de piedad popular que tiene una comunidad, y que son muy importantes para afianzar la fe, pero es la misa, la eucaristía el medio necesario para encontrarnos con el mismo Cristo, pues en ella recordamos, el misterio pascual de Jesucristo, pasión, muerte y resurrección, que se nos revela a través de los sacramentos continuamente, principalmente en la sagrada eucaristía, centro y culmen de nuestra fe.
En conclusión: debemos renovar el sentido que debe tener para nosotros las celebraciones dominicales, reconociendo hoy y siempre que la santa misa, en la que se junta cada vez cielo y tierra, es realmente una fuente inagotable de fuerza en la que el mismo Cristo Jesús es el sol que no deja de enviar su energía, incansable e inexhausta. Lo que importa es que aprovechemos este manantial de fuerza para nosotros y para nuestro pueblo católico, tenemos la fe puesta en ese Dios que nunca nos dejara y que siempre se nos manifestara en estos actos de fe y piedad.
Informe realizado por: Sergio Esteban Arango Herrera - Carlos Jovanni Correa Serna
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